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lunes, 2 de noviembre de 2009

La transdisciplinariedad de la edu-comunicación como base del pensamiento crítico

Keyling Toro.- El avance arrollador de las tecnologías de la información, presenta una nueva visión del ejercicio de la educación. El tema de las nuevas metodologías consideradas como imprescindibles para el desarrollo y la adopción de tecnologías de las comunicaciones ha permitido que las nuevas formas de enseñar y de aprender se muestren mucho más competitivas y dinámicas. En esta revolución de la enseñanza, lo novedoso y necesario, es la evolución en las nuevas formas de aprender, lo cual requiere un seguimiento permanente e inteligente de reformas urgentes en todos los niveles de la educación.

Al respecto, diversos autores concuerdan en que es necesario remodelar los planes de formación en los sistemas educativos. Es así como destacan la necesidad de reforzar los aspectos de flexibilidad de las formaciones técnicas para facilitar la adaptación a contextos tecnológicos en cambios permanentes, y desarrollar nuevos perfiles orientados al uso de las Tecnología de la Información y de la comunicación.

Sin embargo, tal como lo plantea Martínez, I (1999), “la verdadera modernización de la educación consiste además de la inclusión de aparatos electrónicos en el aula, en la instrumentación de programas de alfabetización audiovisual, que preparen a padres de familia, a maestros y a la sociedad en general a conocer los nuevos lenguajes con el fin de que identifiquen los múltiples significados que guardan los códigos mediáticos, ejerzan una recepción crítica y sobre todo, al adueñarse de sus lenguajes puedan aprovecharlos de forma creativa en la experiencia cotidiana de niños y jóvenes”. (p. 43).

Dicho planteamiento conlleva a asumir que la educación debería dotar al individuo de los instrumentos cognitivos necesarios para afrontar su entorno, además de asumir el reto de aprender con los avances de las nuevas tecnologías. Esto significa mejorar sus mecanismos personales de respuesta y entrenar las habilidades y hábitos de su inteligencia emocional. En otras palabras, aprender a vivir en un mundo cambiante construido sobre unos cimientos tecnológicos específicos, entre otras cosas.

Es así como en esa alfabetización audiovisual, dado el expansivo protagonismo de los medios, el televidente adquiere relevancia, pues no es visto como mero receptor o actor pasivo; por el contrario, se constituye en agente activo y dinámico de dicho proceso comunicativo. Su relevancia va más allá de la percepción errónea del consumidor de mensajes que no presenta una situación contextual. Aquí se interceptan hábitos y experiencias previas, las cuales mediatizan su modalidad de recepción.

De allí a que resulte pertinente citar a Orozco, G (2002), quien concibe a la audiencia como “el conjunto segmentado a partir de sus interacciones mediáticas de sujetos sociales, activos e interactivos, que no dejan de ser lo que son mientras entablan alguna situación siempre situada con el referente mediático, sea ésta directa, indirecta o diferida. (p. 23).

Asimismo, el autor destaca que ser audiencia, significa “una transformación sustancial de su estructuración, también modifica el vínculo fundamental entre los sujetos sociales y su entorno y con los acontecimientos y fuentes tradicionales de información, por último indica que el estar siendo audiencia trastoca los límites espacio-temporales del intercambio societal y destiempa a su vez la participación real de los sujetos”. (p. 25).

Es allí donde el efecto que tiene la estructura social en la audiencia, es determinante, pues, ejerce una influencia triple para potenciar en el individuo competencias en su recepción crítica. Esto debido a que forma parte del componente cultural; es causa y consecuencia de la interacción y condiciona el uso del componente lingüístico. Es por ello que Martínez, I (1999), señala al respecto que “los educadores se preocupan cada vez más por llevar a la práctica estrategias que integren una doble postura: una educación con los medios pero desde la enseñanza y aprovechamiento de los lenguajes”. (p. 43).

Dicho proceso requiere de toda una organización, en la cual, es la interacción entre los individuos la que origina esa estructura y es ésta, a su vez, la que permite que en su seno se produzca la interacción. De tal manera que este fluir bidireccional INTERACCION <=====> ESTRUCTURA SOCIAL enriquezca, elimine o genere nuevas estructuras edu-comunicativas dentro de la sociedad. Allí tendrá un papel fundamental la institución familiar, 1a institución escolar, los medios de comunicación, las Organizaciones Gubernamentales y No Gubernamentales, etc. Cada una con valores, derechos y responsabilidades que deben conocerse para el mejor desenvolvimiento en los procesos comunicativos. De igual modo, los modelos culturales se encuentran mediatizados por los medios masivos (prensa, radio, televisión, cine, publicaciones, Internet,...), razón por la cual el docente e interactuantes en general, deben conocer y valorar la importancia, los alcances y las normas de estas estructuras para un mejor desenvolvimiento comunicativo.

El componente sociocultural en la edu-comunicación

Uno de los enfoques con mayor aceptación y proyección, en el ámbito educativo, es el enfoque comunicativo. Éste implica una serie de realizaciones y adaptaciones que el individuo lleva a cabo en la sociedad, la cual será percibida a través del subcomponente enculturativo. El cual se define como el proceso mediante el cual los individuos adquieren los conocimientos, las creencias, los valores, los usos, las habilidades y las tradiciones de la sociedad en la que viven e interactúan, y resulta de primordial importancia tanto para las personas como para las colectividades.

Es oportuno llamar la atención sobre tres referentes del proceso de enculturación: la familia, la escuela y los medios de comunicación masiva. La consideración sobre estos aspectos, suele hacerse ampliamente cuando se tocan problemas de la situación comunicacional. Sin embargo, a veces en esta consideración priva el criterio de la individualización de los temas. Por lo que, es innegable que estos tienen un sentido particular en la medida en que están inscritos en un contexto específico. La familia, con su ideal atmósfera de cohesión, seguridad, afecto e interacciones, debería ser un factor positivo en este proceso y un bastión frente al entorno.

La escuela sigue teniendo, al menos dentro de la llamada educación formal, un radio de acción influyente de gran trascendencia y proyección, especialmente en lo que atañe al conocimiento de los valores del sistema imperante. Además, le brinda al docente la oportunidad de enculturizar, en el sentido pleno y positivo de la palabra, más que adoctrinar o informar.

De allí a que esta Institución intervenga culturalmente en la sociedad y se sitúe, al mismo tiempo, en un lugar paralelo respecto del proceso de aprendizaje. Mientras que la escuela es un organismo implementado por el Estado para la penetración social, política y cultural, el aprendizaje le da importancia al acontecimiento cultural, mediante el cual, se socializa. En suma, se asume que ésta se encuadra dentro de los objetivos de la sociedad global.

Por último, algunos estudiosos de los “mass media” como Eco (1977) y Wright (1980), entre otros, opinan que los medios masivos de comunicación son los grandes instrumentos técnicos y vehículos de enculturación y de organización para formar y llevar al público el gusto, las costumbres, los valores, la crítica, le evasión, la fascinación, la cultura y los estereotipos, pues a través de estos medios se van creando modelos que los oyentes, lectores y videntes copian, imitan y hacen suyos. Es así como un modelo comunicacional, requiere necesariamente de la aprehensión del hecho cultural y los participantes deben dominar, lo que se podría denominar una “competencia cultural”.

La imagen visual como sustituto de la realidad

La representación de la realidad como medio de transmisión del conocimiento y como fuente de veracidad, distinta a la vivencia propia, son los aspectos que colocan a la TV como sustituto cotextual. La televisión se convierte en una especie de mediador, de traductor del mundo, logrando que el hombre conozca por referencia la forma de lo que nunca antes había visto. La configuración salta a la vista y es así como la pantalla chica se convierte en objeto de veneración, de respeto, de presencia, de ritual, de identificación, de cercanía, de poder y de objeto-cosa.

Aunado a ello, la comprensión del mundo es cada vez más compleja, debido a la acción del mediador televisivo que conlleva a la traducción de la representación. Situación que alcanza su máxima expresión de mediación, cuando se libera al espectador de pensar conceptualmente en el mensaje, que ya viene elaborado por su condición de índice de la realidad. Es por ello, que la forma de percepción que se le ha dado a la imagen televisiva, “como realidad misma”, ha desvirtuado la vivencia “in situ” dando paso a la vivencia subjetiva fundamentada en la imagen presentada.

Ello debido a que la audiencia, admite casi en forma automática que lo que observa existe tal cual es, sin reparar en las posibles distorsiones de la perspectiva, ni en la posible anulación de elementos importantes del entorno que, por alguna razón, el que realiza los deja de lado, entre otros factores. El usuario cree y confía en el mundo que se presenta a través de la TV por su similitud y por su congruencia con la realidad.

En este sentido Orozco, G (2002), manifiesta que la representación mediática y su simulacro de realidad continúa su crecimiento vertiginoso y se consolida doblemente como producto y proceso, a la vez como mediación privilegiada para conocer, sentir y gustar. Una mediación videotecnológica sedimentada en las “virtudes” implícitas que como medio posee la televisión de instantaneidad, verosimilitud y alta fidelidad que confieren a la evidencia visual veracidad, al tiempo que la ponen frente a los propios ojos del televidente, anclando su naturalización y legitimidad en su ancestral confianza en lo que ven”. (p. 25).

Es así como resulta fundamental “formalizar un método para guiar el análisis y preparar al público para detectar lo implícito y lo explícito de los mensajes audiovisuales, descifrar lo connotado y ver el trasfondo de los mismo”. Así lo expresa Kaplún, M. citado por Martínez (1999), quien propone “combinar semiótica, comunicología y psicología, y con esto una forma nueva de lectura crítica que se caracteriza por ser audiovisual, activa, participativa, gradual, apoyada en instrumentos de análisis accesible y vivencial”. (p. 44).

Esta fundamentación, le da relevancia a la carga de intencionalidad del mensaje, en donde la capacidad de percepción de la audiencia, será determinante para analizar las visiones e informaciones subjetivas de una realidad captada de la representación del fenómeno, las cuales responden a la manipulación inicial de quien las elabora y adapta la imagen, y a la manipulación posterior de quien descubre, interpreta, explica, edita y/o publica esa verdad, ya inicialmente subjetiva.

Hacia la formación de pensadores independientes

Este hecho condujo a reflexionar sobre la necesidad de buscar el espacio en el cual los cambios puedan darse en todo el sistema educativo, de manera contundente y como producto de una política educomunicacional; que exija la formación de individuos competentes y pensadores independientes.

De allí a que países, como Venezuela, enfrenten el reto de instruir al hombre que debe asumir el dinamismo planteado por la era del conocimiento. Ello contemplará que en los sistemas educativos recaiga la responsabilidad de formar pensadores independientes, caracterizados por poseer el sentido común y el compromiso individual y social, que los hará capaces de abordar los mensajes televisivos. Esto se debe a que son, en definitiva, los instrumentos de los que se valen los Estados y las sociedades.

Al respecto, Martínez, I (1999) indica que: “la propuesta de EPM incide en la formación de una nueva sociedad, lo que implica definir una postura frente al conocimiento y la adquisición de tecnología en el campo educativo, especialmente en la concreción de los fines que se persiguen con ello”. (p. 45).

Es por eso que la implementación de reformas e innovaciones; entendidas sólo como la supresión o incorporación de elementos o aspectos a lo ya existente, pretenden adecuar sus sistemas educativos a las exigencias de competitividad que se requieren. “Deconstruir para construir”. Hay que construir un espacio académico en el que se equilibre el conocimiento científico, su inscripción social y la actualización de las potencialidades interiores del ser humano”. De allí que el instrumento social para la formación de este nuevo hombre, no necesita reformas ni innovaciones sino transformaciones.

Dichas transformaciones desde una concepción sistémica integral deben partir de la definición del sistema educativo como un espacio para resolver problemas, donde se logre la integración individuo-sociedad-comunicación a través de la educación. En otras palabras, el planteamiento básico consiste en concientizar que, en todos los niveles que conforman el sistema educativo cada individuo debe:

* Gerenciar su aprendizaje como proceso de apropiación del conocimiento, atendiendo a sus mediaciones y experiencias previas en relación con su entorno; y utilizando como estrategia la interacción, para de esta manera incorporar a su estructura cognitiva-afectiva, la comprensión por consenso del conocimiento socio-natural.

* La enseñanza, como proceso que se deriva del aprendizaje y que consiste en orientar a cada individuo para que esa apropiación se logre de la manera más adecuada.

De allí a que el Sistema Educativo Integrado, que propone la autora, tenga como objetivo la formación de pensadores independientes sustentado en la base del pensamiento crítico a la condición natural de transversalidad. Entendiendo por transdisciplinariedad al nivel más alto de integración entre las ciencias, producto organizado, que hace desaparecer los límites de la disciplina y conforma una macrodisciplina; y por transversalidad como “forma de pensar para formar y para actuar sobre lo real.

En síntesis la formación de un pensador independiente determina la concepción transdisciplinariedad, debido a que éste traspasa todos los niveles y dimensiones del ámbito educativo y se erige como el instrumento que hace tangible al conocimiento y, a la vez, al proceso involucrado en su apropiación que no es más que el desarrollo del pensamiento. El hecho de asumirlo permitirá consolidar la transformación que se requiere como vía para erradicar la educación mecanicista, simplista y autoritaria.

Dimensión Ontológica

En ella se integran variables como: la cultura, valores, creencias, familia, grupo, raza, lenguas. Complejidad mutable, que exige al investigador propiciar diversos abordajes conforme a lo deontológico. Por ello, la realidad empírica tiene que ver con todos aspectos de la cultura en cuanto la relacionamos con la idea de valor; abarcan aquellos elementos de la realidad que son significativos para los miembros de una sociedad dada.

Aunque se reconozca esa realidad cultural, en extenso no se puede obviar que una parte de la realidad individual considerada en cada caso, está coloreada por intereses, condicionados por aquellas ideas de valor aprendidas. El sujeto asume una posición valorativa de él y del contexto y la forma de abordar los problemas se corresponde con sus estilos de pensamiento o lugar epistemológico.
“La corriente constructivista refleja que el desarrollo es evolutivo, que la adquisición del conocimiento es paulatina y se va construyendo con los conceptos previos que el sujeto posee y que se integran a los nuevos contenidos que le son significativos y lo motivan a seguir aprendiendo”.
Así lo señala Martínez, I (1999, p. 47), quien agrega que se debe articular el proceso cognitivo (Aprehensión, comprensión e interpretación de significados). Asimismo concibe una actitud hacia la realidad que ofrece un nuevo modo de actuar; es decir, una actitud donde se admite la pluralidad, la diversidad, la verdad, las formas de poder que impone normas y supuestos sobre la moral.

Por su parte Orozco (2002) manifiesta que Las diversas formas de abordar esa realidad se deben corresponder con los estilos de pensamiento, perspectivas teóricas y cánones metodológicos convencionalmente establecidos. Asimismo, se debe en muchos casos, excavar en el pasado para comprender el presente.

En consecuencia, es indiscutible que los procesos sociales son percibidos de modo diferente. En este caso, las acciones, fenómenos, actitudes tienen una significación específica en un contexto dado donde las partes se articulan como un todo significativo. De manera que ambos: sujeto y objeto se construyen y se transforman, y se conocen a través de la interpretación de los diversos fenómenos y manifestaciones.

Estudio escolar y competencia comunicacional

La escuela surge por la necesidad de la colectividad y dentro de sus objetivos generales se destaca proporcionarle una sólida cultura integral y coherente, que le permita analizar los hechos en el contexto histórico y valorizar en términos justos y convenientes para el desarrollo del país, los sucesos coyunturales que interesen o motiven al público. De igual manera capacitarlo para el análisis e investigación de los sistemas de comunicación, cualquiera sea su estructura y funcionamiento.

Es así como el estudio escolar aparece en la sociedad global como un proceso complejo y racionalizado, en donde el aprendizaje hogareño, tiene también su racionalidad y complejidad propia en el grupo familiar y en la organización de la sociedad. Así el aprendizaje se caracteriza por ser una manera “informal” de transmisión y adquisición de conocimientos y prácticas, donde el compartir es el concepto clave. De igual modo, se inicia una transmisión y adquisición de conocimientos y prácticas, donde la competencia se convierte en el término clave que determina la movilidad social.

En mayor o menor grado, ello obedece a que el dominio de las convenciones depende de variables no sólo cognitivas como la atención y la memoria, sino también, educacionales. De allí a que se requiera de un cambio en la concepción de aprendizaje. Esto debe ser significativo, para propiciar la interacción social y la reflexión. El aprendizaje debe estar orientado por actividades que vinculen substancialmente las nuevas ideas y conceptos con el bagaje cognitivo del alumno.

Partiendo desde una perspectiva comunicacional, es determinante precisar las condiciones de toda una serie de criterios, donde en el caso de la televisión, los condicionamientos que tengan influencia en la audiencia deben conocerse. La interrogante que plantea Orozco, G. (1999): vinculada a “¿Cómo hacer del intercambio de subjetividades y emociones, más que de nociones racionalidades puestas en juego, un espacio propicio para el develamiento de la TV y de los propios sujetos audiencia frente a ella, de tal manera que esa experiencia resulte emancipatoria y contribuyente a sus aprendizajes permanentes?” (p. 21), sólo se podría responder si se explicitan las razones fundamentales de las formas de acción y el modelo de desarrollo di la dirección educomunicativa.

Por otra parte, y dados los condicionamientos actuales, las personas y comunidades, deben contribuir para reforzar la capacidad de impulsar las transformaciones llevadas a cabo en la sociedad como conjunto y promover la coexistencia, la tolerancia y la participación informada y creativa de los ciudadanos (as) en sus comunidades. En pocas palabras, capacitar a las personas y a las comunidades a tener control de su destino, y a la sociedad a enfrentar los cambios en adelante. Por ello es importante alfabetizar a los estudiantes del ahora, quienes se constituyen en futuros formadores de ciudadanos aptos para vivir en la sociedad de la información.

Martínez, I (1999), releja que el nuevo modelo de actividad de la organización debe garantizar la participación de un grupo importante en la formación de las condiciones existentes. Al respecto la autora indica que hay que distinguir entre una pedagogía con los medios y una pedagogía de los medios. Al conceptualizarlas, señala que la primera de éstas, supone “aquellas acciones que utilizan los medios de comunicación y nuevas tecnologías para apoyar la enseñanza, como tecnologías que transmiten contenidos y facilitan el aprendizaje de los niños y jóvenes”.

Igualmente, expone que “la pedagogía de los medios, implica tomar a los medios como objetos de estudio en sí mismos, desentrañar los códigos visuales y auditivos que abarcan sus lenguajes y apropiándose de estos, conocer la conformación de los diferentes mensajes mediáticos y cómo detrás de éstos, hay una ideología y una manera de percibir al mundo”. (p. 45).
En ese proceso converge lo que Orozco denomina recepción, fundamentada en el intercambio e interacción siempre mediada desde diversas fuentes y contextualizadas material, cognitiva y emocionalmente. Todo ello deja en evidencia, la significación que tiene la competencia comunicativa, entendida como la convergencia de habilidades lingüísticas, sociolingüísticas, estratégicas y discursivas utilizadas en el acto interactivo de la comunicación, destrezas que debe dominar el comunicador, quien seguirá como norma, no abusar de la capacidad inferencial de la audiencia.

Por otro lado, pareciera que los intereses particulares prevalecen al interés de la sociedad. Se ha olvidado que por convicción los comunicadores asumen la misión de contribuir con el crecimiento de las sociedades a través de un periodismo de excelencia y con un alto desarrollo humano. La situación debe llamar la atención para rectificar en las políticas implementadas que son contrarias a mejorar el accionar. Los comunicadores no deben pecar por omisión. Esto pone en juego factores sociales y culturales que se mantienen resguardados dentro de cada sociedad, y que en su momento determinado, si no se le maneja en forma adecuada, pueden convertirse en barreras para la toma de determinadas decisiones destinadas a resolver problemas de la población.

Desde esta perspectiva, el perfil del profesor es una variable que afecta e incide en la formación del alumno. Los estudios a los que se hizo referencia insisten en la preparación idónea del docente. También en la necesidad de que el área dé una formación integral al alumno y que las estrategias metodológicas permitan hacer de él, un individuo con un eficiente perfil comunicativo.

Perspectiva constructivista de la EPM y la Institución Televisiva

Bajo una concepción de integralidad, la escuela y la televisión son instituciones sociales determinantes en el progreso de la sociedad. Sus aplicaciones en prácticas cotidianas son de vital importancia, por lo que precisan del reforzamiento y desarrollo de la estructura de cada comunidad y hogar. Cesar Coll citado por Martínez (1999), resumen que “la idea esencial de la tesis constructivista que subyace al concepto del aprendizaje significativo es, que el aprendizaje que lleva a cabo el alumno no puede entenderse únicamente a partir de un análisis externo y objetivo de lo que enseñamos de cómo se lo enseñamos, sino que es necesario tener en cuenta, además, las interpretaciones subjetivas que el propio alumno construye al respecto” (p. 52).

Este planteamiento concuerda con la postura de Orozco, G (2002), quien señala la misma creatividad y la misma criticidad en todas las culturas tienen coordenadas acotadas, estilos arraigados, preferencias dominantes, historicidades particulares, y además están salpicadas de complicidades. (p. 27).

Es allí donde las apropiaciones mediatizadas de lo temporal-histórico y de lo espacial-situacional, comienzan a experimentarse desde la fundamentación constructivista, pues toma en consideración, el vínculo sujeto social – entorno- acontecimiento y fuentes de información. Dicha mediación, en el caso de la TV, configura y orienta la interacción de las audiencias para otorgarle sentido a esos referentes mediáticos; y en el caso de la EPM, configura y orienta la interacción entre escuela - sujeto y objeto del conocimiento.

En este contexto Martínez, I (1999) indica que la educación para los medios estrecha los lazos que existen entre los niños y jóvenes con los medios de comunicación “retomando los lenguajes audiovisuales de los medios que son parte del acervo cultural de la sociedad mediatizada y muy disfrutados sobre todo por la juventud, al introducirlos al aula permite que sean reutilizados y analizados en nuevas propuestas curriculares o dando libre expresión a las inquietudes creativas de los alumnos”. (p. 53).

Desde una visión comparativa, la autora destaca que muchas propuestas curriculares, se ha fundamentado sobre la base de la evaluación cualitativa. La visión constructivista, sin negar el mérito teórico, puntualiza que dichas propuestas caen en errores como:

* La simplificación, ya que se aplica sólo en algunos niveles de la educación, obviando la teoría sistémica; es decir, que para producir cambios significativos se debe abarcar todo el sistema.

* La contradicción, porque su implementación se hace bajo un paradigma positivista, lo que ha traído como consecuencia que en las escuelas exista una praxis pedagógica ambigua; aunado, a la delimitación en ejes de una concepción como la de transversalidad.

* La racionalidad modernista, porque no pudo transgredir o romper con la concepción disciplinaria Lo intentó con los ejes transversales pero dentro de una concepción contradictoriamente simplista y simplificadora, entre otros.

Lo antes expuesto obliga a tomar conciencia de que la situación actual, analizando lo cuáles realmente son modificaciones parciales o superficiales que se deben realizar, a fin de generar cambios profundos que permitan romper con la rigidez racional de la modernidad y establecer una unidad social dual, conformada por razón (sentido común) y emoción/compromiso (lo afectivo como protagonistas de la creación).

Asumir la educación audiovisual

Los superiores principios ideológicos, condicionan que el inicio de la acción general de formación de las actitudes para desarrollar un pensamiento crítico, implica un proceso de reestructuración y de modernización de las premisas básicas adoptadas en la educación para los medios. La complejidad de los estudios realizados por diversos investigadores de la edu-comunicación, obliga a un exhaustivo análisis de las nuevas proposiciones en los sistemas de educación formal, fundamentadas en un modelo de desarrollo comunicacional.

Asimismo, al aumento constante, en cantidad y en extensión de la actividad televisiva, cumple un rol esencial en la formación de las formas de acción y del sistema de participación general. De allí a que las experiencias muestren que el reforzamiento y desarrollo de las estructuras sociales se constituyan en un ensayo interesante de verificación de dichos sistemas formativos.

Sin embargo, no se puede olvidar que la actividad de información, garantiza la participación de un grupo importante en la alineación de las direccionalidades edu-comunicativas. Por lo que, un relanzamiento específico de todos los agentes involucrados habrá de significar un auténtico y eficaz punto de partida, en un frente común de actuación en pro de fortalecer una EPM desde una perspectiva constructivista, que se caracterice por la enseñanza de los procesos para generar la adquisición de conocimientos, más que la mera transmisión de información. De allí a que una aplicación indiscriminada de los factores concluyentes obstaculice la apreciación de las condiciones de las actividades apropiadas.

Es innegable que la falta de cultura tecnológica, la falta de contenidos de calidad, la escasa motivación institucional y la dificultad de configurar los hábitos afianzados en los ambientes tradicionales de formación, se han constituidos en aspectos que reflejan que hoy día existe la necesidad de lograr balancear las variables básicas de los modelos formativo, entre las que destacan, la accesibilidad a la formación, contenidos adecuados y costos los racionales.

Es por ello, que se debe asumir la responsabilidad social e individual, fundamentada entre otras cosas, en el consumo crítico y consciente de los mensajes televisivos. Aunado a ello, es propicio fomentar la creatividad colectiva para favorecer el cambio de paradigmas y potenciar la modificación de reflexión, que dé paso hacia el desarrollo del pensamiento crítico.

De allí a que el alto grado de exigencia que priva en la actualidad, requiera de ciudadanos capacitados adecuadamente para descifrar y analizar los mensajes difundidos a través de los medios masivos, en especial la televisión, que como medio de formación afianza los cimientos de la democratización de la enseñanza y contribuye al perfeccionamiento del conocimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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